Powered By Blogger

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Vamos mal


      
      Ayer me preguntaron que cómo íbamos, y sin pensarlo dije bien, porque es como me haces sentir.  Pero realmente estamos mal, tú y yo, esto. Vamos de mal en peor. Siento cada día un lazo más fuerte, un cariño que cambia de bueno a mucho mejor. Cada día ocupas más mi pensamiento, cada día me rondas más. Cuando no estoy contigo siento un vacío, como que nada de lo que hago es útil, estar sin ti me hace querer estar contigo. No importa si vemos TV, si comemos, si estamos en silencio o si hablamos, estar contigo es tenerte al lado y poder besarte si me da un impulso arrebatado. Son malos estos nervios que me aprietan cuando estoy a minutos de verte, es el revoltijo ansioso que espera tu rostro. Son malas estas manos que se mueren por acariciar tu pelo, tus manos, unirse con tu mejilla y seguirte besando con labios impacientes. Y siento un miedo, el miedo al miedo que puede venir después.
      He puesto mucho de mi parte para que esto funcione, tú también, y está funcionando. Y ahora que funciona me siento insegura si continuar o no. Nadie quiere meterse a un lugar de donde sabe saldrá herido, pero a veces el camino vale la pena del triste final. Yo no me saldré de esto, porque di mi palabra y la cumpliré porque fue algo que elegí.
      Yo no puedo prometerte nada, porque ni siquiera a mí me prometo cosas. Pero deberías saber que intentaré cada día un muy buen día, no sé de mañana, no sé del fin de la semana, no sé de la próxima semana, no sé del fin de mes o fin del año. Pero hoy te voy a regalonear hasta cansarme y poder dormir junto a ti.

viernes, 6 de abril de 2012

¡Los invito a debatir!


     Desarrollen sus propias ideas, vayan más allá del comentario colectivo, de adoptar el pensamiento prefabricado por alguien más, de dejarle el trabajo de pensar a alguien más. Cuestiónense y cuestionen antes de adoptar una concepción ajena. 
     Discutan y planteen sus puntos de vista, evalúen los argumentos de la parte contraria y pregunten el por qué de cada uno, descarten las falacias, contradicciones, ataques al oponente y todos aquellos que se autoinvaliden.
     Si algo no les parece bien, coméntenlo, háblenlo, discútanlo, pero por sobre todo, intenten encontrar una posible solución o el grano de arena que puedan aportar a la situación.
     RECUERDEN QUE: tener distintos puntos de vista, NO nos hace enemigos, y debatirlos nos llena de cultura y nos abre la mente. Tampoco teman a cambiar de pensamiento, que no les digan que 'se están dando vuelta la chaqueta', que la mente es libre y nuestras ideas también maduran. Saber darse cuenta de nuestros errores y admitir otras perspectivas es un trabajo costoso, pero si acertamos, muy valioso.
     Las personas que en medio de un debate se dan por vencidos y 'allá tú con lo que pienses'+descalificativos, no son personas interesantes.
     ¿Cuándo fue la última vez en que te quedaste sin argumentos frente a alguien en un debate? Guarda ese momento, hasta que la sociedad en general vuelva a perderle el miedo a la crítica y a ser criticados, no son momentos comunes.


domingo, 4 de diciembre de 2011

Yo, conmigo


     Yo busqué centrarme en mí misma. Busqué aislarme en mi mundo y vivir por mí, para mí, conmigo. Busco centralizar mis energías en mi propio mundo y beneficiarme todo lo que pueda, pero apenas logro acercarme a la meta, aparece el resto del universo. Vienen los amigos, la familia, la música y  la realidad. No puedo, ni creo que podré, bajarme del mundo giratorio para sentarme en un pasto imaginario a descansar. La empatía, que es un don para mí, no deja desconectarme, soy como un enchufe fundido al tomacorriente. No hay separación, no hay distancia, no puedo hacerme la fría por más que quiera ¿Y para qué quiero ser egoísta? Quiero ser egoísta con el resto, para ser bondadosa conmigo, pero me cuesta demasiado. Quiero que mi mente gire en torno a mí, ser narcisista. Dejar de pensar si al resto le molestará lo que hago, lo que digo, lo que escribo, si les perturbará quien realmente soy. Soy una necia, una cobarde, me amo como soy, pero me cambiaría un montón de cosas.  
     Quiero dejar de vivir por el resto, porque el resto no vive conmigo cuando vivo mal. Porque doy todo de mí por apoyar a mis seres queridos, pero cuando necesito de dónde afirmarme, nadie hace de baranda. Quiero estar más para mí, pero sin dejar de ser para el resto. Quiero repartirme, pero seguir siendo una sola, tan compacta como compleja. Dispersarme en el aire y comprimirme en mi centro. Abarcar todo y que todo me abarque, porque si no lo hace, no se siente bien. Poder tener soledad conmigo, sin sentirme sola. Y aunque aprecio lo maravilloso que pueden ser unos momentos de soledad, no los quiero por mucho tiempo, porque enfrían demasiado, alzan las defensas y vulneran la mente equilibrada. No diré que quiero alejarme del resto porque dañan, si fuera por eso, debería alejarme de mí porque mis propias decisiones y pensamientos me pueden dañar más que cualquier cosa.
     Debería haber al menos un día a la semana, llamado el día del uno mismo, en que todos se aíslen. Estar con tus pensamientos golpea fuerte, pero a veces esos golpes te ponen de pie. Si no nos mezclamos un poco con la nostalgia, no sabemos apreciar el presente en su esplendor. No digo que vivamos en el pasado, o quizás sí, estoy confundida. Es porque me falta más tiempo conmigo, y que pase lento, va todo muy rápido, en especial en esta época del año. 
     Y sin darme cuenta pido ser egoísta, cuando este texto está lleno de lo que YO quiero, lo he logrado.




(Y la musiquita que le acompaña)

viernes, 28 de octubre de 2011

Consuelos mediante MCM


     El problema no son los medios de comunicación de masas, es la gente que cree que mediante ellos, pueden seguir siendo personas. El problema es la gente que cree que mediante un comentario en una página, un mensaje de texto, o algún otro frío contacto piensa que te entrega su apoyo. Es acaso que no les importa o que se están acostumbrando a la era digital. Bueno, que se enteren ahora mismo, que nada puede reemplazar un abrazo.

     Cuando un ser cercano sufre, lo mejor que puedes hacer es ir a visitarlo, abrazarlo, besarle la frente, como gesto mínimo y en caso de imposibilidad de transporte, llamarlo. Quizás quiera pensar solo, pero acompañado. Puedes sentarte a su lado, tomarle la mano, o mirar el techo, juntos. Porque en el momento en que se quiebre, podrás abrazarlo. Quizás nunca lo haga, quizás nunca llore mientras estén juntos, quizás nunca te agradezca, quizás no te acepte los abrazos porque no quiere llorar frente a ti, pero puedes dar por seguro que ese gesto tuyo no lo olvidará.
     ¿Comentar en una página? ¿Enserio? Detente un segundo a pensar, si tú estuvieras sufriendo, si un ser querido se te está muriendo, si terminaste con tu pareja, si perdiste un torneo importante para ti, ¿te bastaría con que te manden un mensaje que diga “fuerzas”? ¡Vamos! Cuando sufres quieres atención, saber que no estás solo en tu mundo en pausa, mientras todo sigue girando igual de rápido, quieres que alguien se detenga contigo, se baje de este planeta giratorio a pensar en que cualquier momento nos vamos. Cuando sufres tú, piensas en ti y en lo que a ti te rodea, y quieres que se fijen en ti y tu sufrimiento, aunque estés solo, quieres que piensen en ti. Pero cuando otro sufre ¿lo ayudas de la forma en que un amigo lo hace? Consuela a los que te quieren y quieres, porque la preocupación, es parte de un buen querer.
     Pero pensándolo bien, no nos consuelen a los que en este momento sufrimos, no. No nos consuelen si ustedes son de los que piensan dos veces antes de llamar a un amigo enfermo. No nos consuelen si ustedes son de los que ven a un amigo llorando y se quedan en duda si ayudarlo o no, porque están peleados. No nos consuelen si ustedes son de los que no se acercan a menos que tengan un pañuelo en el bolsillo. No nos consuelen si ustedes son de los que prefieren no acercarse porque no saben qué decir. No nos consuelen si se acercan por lástima y no por preocupación. No nos consuelen, porque para una doble decepción, no hay más espacio para sufrir.

domingo, 3 de julio de 2011

Reincidencias


       
          Cuando la misma persona nos repite una y otra vez la misma pregunta o historia en cada ocasión en que la vemos o hablamos con ella, lo primero que pensamos es “¿Acaso no tiene otro tema del cual hablarme?” Pero este actuar tiene un significado, un trasfondo y justificación bastante simple, el extrañar. La falta de cercanía, pero las ganas de tenerla.
          Pongámonos en el lugar de alguien que extrañe a su amiga desde hace años y quiera meterle conversación, todo comienza con un “Hola, ¿cómo estás?”, luego intercambian un par de palabras y se saca a flote un recuerdo de cuando eran pequeñas, funciona, ambas se ríen. Si durante esa conversación no acontece algún tema relevante, será algo frustrante. Para el siguiente encuentro seguirán sólo los recuerdos del pasado y una que otra pregunta del tipo “¿Y qué pasó con aquella tendinitis que te aquejaba hace unos días?”, y es entonces cuando se vuelve a develar el mismo recuerdo de infancia que posteriormente resultó para generar una cercanía y un par de carcajadas, puede que vuelva a resultar una, dos, tres o muchas veces, quizás para siempre, pero cada vez las risas serán menos sinceras, y no significa que no se valore el recuerdo, o la persona, sino que ya estás cansado de reírte de la misma reminiscencia una y otra vez.
            Puede ser inseguridad la que no permite preguntar otras cosas porque no se sabe qué grado de confianza se puede alcanzar. Puede ser torpeza generada por la inclusión de sentimientos, que como ya se sabe, deja sin palabras hasta al más elocuente. Pueden ser un montón de razones diferentes, o un montón en un solo caso.
            Yo analizo cuando me sucede o le sucede a personas conmigo (no hay que ser tan cruel sin previo análisis) y hay muchas veces en que es verdaderamente odioso como en otras es verdaderamente tierno.


domingo, 20 de febrero de 2011

Da la cara, por favor.


             Por favor deja de evadirme. Te entregué la carta más fuerte que he escrito en toda mi vida, la más llena de sentimientos y honesta carta de toda mi vida, exactamente hace una semana atrás y tú quedas como si nada, no me hablas, no me llamas, nada! No te pido que me escribas una de vuelta, no es eso, sino que te pido me des una respuesta, es decir, si quieres darme una oportunidad y que aquella carta sirvió de algo, que algo movió en tu corazón o que simplemente no te provocó ningún sentimiento y no quieres arriesgarte a probar “que tal si…” . Si es la segunda: quedamos bien, deberás darme un tiempo obviamente para pensar y recapacitar, olvidar, pero luego quizás podamos ser amigos porque contigo soy yo y te tengo confianza, y de aquí a encontrar a otra persona con la que forme una conexión así, tardaré bastante.
             No te pregunto ahora mismo porque acabas de terminar con tu novia y quizás estás más sentimental y volátil que de costumbre así que quizás hasta te enojes conmigo por ser tan “insensible” o “imprudente” por preguntártelo y pensar en mí y no en ti que pasas por un mal momento y si llegara a desatarse tu ira, incluso, podrías herirme con palabras como dagas que no se piensan antes de lanzar. Pero yo (sin atacarte) te pregunto: ¿No te das cuenta que yo también paso por un mal momento? Asimismo, yo, te podría catalogar de “insensible” o “imprudente” por no responder aunque sea con una palabra a mi declaración de amor y, desatada mi furia, reclamar por una excusa de ¿Dónde quedó esa llamada que dijiste me harías al día siguiente? Que sigo esperando hasta el día de hoy.


----------------


Escrito el 1ero de Abril del año 2010, nada nuevo.